Este estilo originario de Gran Bretaña aboga por la unión entre vintage y sofisticación para crear ambientes cálidos y muy acogedores.
Las claves para conseguirlo vienen implícitas en el propio término. ‘Shabby’, en inglés, significa desgastado o desaliñado; mientras que ‘Chic’ hace referencia a todo lo distinguido, elegante o de moda. Por lo tanto, se trata de un estilo que se basa en la combinación de lo nuevo y lo viejo para crear estéticas atemporales, femeninas y muy acogedoras.
El estilo Shabby chic tiene su origen en la decoración de los grandes cottages -las casas inglesas de campo- en las que los muebles eran usados y rehabilitados generación tras generación. Muebles de estilo Luis XV y que, mediante pinturas descascaradas recreaban una nostalgia y elegancia vintage perfecta que se adapta a cualquier ambiente urbano y cosmopolita. Con el tiempo, esta estética se ha ido reinventando, convirtiéndose en un estilo decorativo muy demandado
Una de las claves más importantes de esta tendencia es la propuesta cromática. Y aunque, sin duda alguna, el color predominante es el blanco utilizado tanto en paredes para dar amplitud como en elementos decorativos, éste comparte protagonismo con tonos pálidos como el rosa, el celeste, el verde o el beige. Siempre combinados de manera equilibrada, estas tonalidades ayudarán a lograr espacios luminosos y acogedores con cierto aire nostálgico. Además, son colores que favorecen el descanso y el relax, por lo que son perfectos para salones y dormitorios.
Los muebles de madera, mimbre o forja de estética antigua y restaurados son los más usados en este estilo. Suelen ser diseños con un punto natural, elegante y a la vez rústico. Por ejemplo, cabeceros de cama de hierro, cómodas con pintura desgastada o sillas de cojines mullidos y líneas clásicas que combinan a la perfección con piezas modernas e industriales.