De origen danés, la tendencia hygge se concibió en un primer momento como estilo de vida, trasladándose más adelante también a la decoración del hogar. En el ámbito del interiorismo, se caracteriza por una estética cercana al minimalismo, donde la comodidad y la sencillez tienen prioridad.

  • La luz natural es importante: Al venir de un país escandinavo, donde no hay demasiados días de sol, se ha prestado mucha atención al aprovechamiento de las ventanas, eliminando todo adorno que impida o empeore la iluminación durante el día.
  • Colores suaves y mayor ligereza: Tonos como el blanco, marrón o beige contribuyen a aclarar la estancia y dotarla de mayor espacio al no ser imprescindibles otras piezas como alfombras o cuadros.
  • Pintura mejor que papel: Con el fin de crear esa simplicidad que buscamos es preferible dar capas de pintura que recargar las paredes y el techo con estampados.

  • Madera como elemento principal para el mobiliario.Se suele utilizar dado su origen vegetal y la calidez que aporta al ambiente. En cuanto a los complementos, se pueden escoger tejidos como el algodón, la lana, el cáñamo o el lino.
  • Un ornamento de flores.Aunque pueda parecer muy rústico, unas cuantas plantas y ramos en las ventanas o mesas, o incluso pétalos por distintas partes de la casa le dan un encanto muy especial.
  • Velas para un ambiente íntimo.Sobre todo se encienden en épocas navideñas, dando así un toque más personal y relajante. Quedan bien en cualquier zona de la vivienda.